Una reflexión sobre el apoyo al rescate patrimonial de Notre Dame

Todos nos sentimos conmocionados por el hecho lamentable sucedido en París con la iglesia de Notre Dame. La Iglesia ha sido parte de  nuestra cultura, ha sembrado ideas que son la base moral del mundo, nos ha inculcado valores, respeto al prójimo y nos ha brindado educación. 
Hoy, varias instituciones públicas y privadas, así como particulares, han expuesto su deseo de entregar su aporte para restaurar la famosa catedral. Ante ello, han surgido voces que cuestionan esta intención. ¿Por qué molestarse ante esta muestra pública de desinteresado salvamento cultural? Considero que aquellas personas que manifiestan su desacuerdo por las donaciones realizadas obvian que cada quien hace lo que desee con su dinero. Inclusive, pienso que más del 60% de las personas que critican donaciones, jamás en su vida han entregado un centavo a UNICEF u otras ONG.

Muchos dicen con este dinero podríamos ayudar a Siria o África, y es cierto que se podría, -pero recalco-, el dinero es de cada persona y hasta hoy sí han habido donaciones y programas de ayuda para África y otras regiones en condición desfavorable. Pero lastimosamente las denuncias sobre la corrupción en gobiernos de esas zonas, nos muestran un panorama triste por el cual aún gozando de múltiples recursos o de una rica cultura no avanzan. 
Otro ejemplo que se toma es Siria, nación que ha recibido donaciones por parte de la UNICEF frente a una potencia como Estados Unidos que ha hecho lo posible por acabar con el Estado Islámico (ISIS). Ven dichos apoyos como innecesarios.

Por ello, les propongo que –más allá de criticar- cada vez que piensen comprar maquillaje, bisutería, juegos de play station, cadenas de oro, anillos o algún otro accesorio u objeto no necesario para la vida cotidiana, usen el dinero para donarlo, negándose a ser parte del problema sino actores de solución.

Adriel Gómez Valencia, II Bachillerato Internacional